Uno sabe cuando fue niño, y también cuando cree ser hombre, pero no es tan claro saber cuando uno deja al niño para ser hombre, salvo el personaje de nuestro cuento, he aquí un extracto de lo que contaré este próximo martes:
"...mi madre me cortó el cordón umbilical con las mismas tijeras de deshuesar el pollo, me dejó en una bandeja, y prosiguió con su cazuela que estaba comenzando a humear.
Seguramente atraído por aquel olor intenso que emana de las heridas, apareció por la puerta entreabierta del patio Max, el quiltro que cuidaba la granja, mitad pastor alemán mitad rotvailer. Se encontró con un trozo de carne empapada en sangre y comenzó a lametearme todo el cuerpo. Me quedé tieso, frío como un bistec, sin respiración, por lo que tampoco pude dar un grito que alertara a mi madre, quien estaba absorta con su humeante cazuela. Ya me había chupado hasta la última gota de sangre, cuando al abrir su mandíbula de par en par, el chasquido de sus dientes llamó la atención de mi madre, quien rápidamente, agarró el amasador con sus manos y en un gesto de suma autoridad, hizo huir a Max..."
Seguramente atraído por aquel olor intenso que emana de las heridas, apareció por la puerta entreabierta del patio Max, el quiltro que cuidaba la granja, mitad pastor alemán mitad rotvailer. Se encontró con un trozo de carne empapada en sangre y comenzó a lametearme todo el cuerpo. Me quedé tieso, frío como un bistec, sin respiración, por lo que tampoco pude dar un grito que alertara a mi madre, quien estaba absorta con su humeante cazuela. Ya me había chupado hasta la última gota de sangre, cuando al abrir su mandíbula de par en par, el chasquido de sus dientes llamó la atención de mi madre, quien rápidamente, agarró el amasador con sus manos y en un gesto de suma autoridad, hizo huir a Max..."
Y añadiría, pero ya nada fue igual... no se pierdan el final de este cuento - thriller.
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